Podría tener muchas excusas de por que algo salió mal o por que pensé en largar todo. Pero decidí hacerme cargo, responsable de mi propias cagadas. El año pasado fue intenso, falleció mi papá, agregué poco huevo por algunos meses y se desequlibraron mis hormonas como consecuencia de eso.
Pude darme cuenta de que pasa en mi cuerpo al comer un poco cocido demás, o el pan ocasional que se volvió más frecuente. Hasta consideré el ya no comer crudo. Pero volví, como siempre vuelvo a frutear de lo lindo. Va nunca dejé la fruta sólo que había agregado alimentos que no me hicieron bien (huevo y pan). Pero si me sentí a la deriva, perdida caótica, llevé este proceso privado acompañada en privado. Me di cuena cómo ese exceso de complacencia me llevó a un desequilibrio hormonal. Pasando de un extremo de exigencia a otro demasiado complaciente.
Después de hundirme, desesperarme y hacer las paces con esto me subí a la ola, la surfié y entiendí que eso también fue aprendizaje, que mi exigencia me llevó en un extremo al otro. Que en momentos de caos puedo dejar de querer controlar todo y fluir. Hay días que la ola me revuelca un poco y hay otros dónde la agarro y me subo a ella y llego bien a la playa.
¡No es un camino perfecto! Amiguemonos las metidas de pata, cada error es un aprendizaje si nos tomamos el tiempo de procesarlo e incorporar al día a día, se hace parte de nosotros. Te comparto esto para decir acá estoy no soy perfecta y está bien, en vez de hundirme en la culpa, vergüenza, dolor elijo fluir con lo que pasa, traerlo a conciencia y sanarlo.
Aun en el momento más díficil cuando ya no aguantamos más, cuando querramos largar todo, cuando ya no hay salida, tenemos la opción de fluir con lo que está pasando o solo quedarnos quietos sin tomar acción y empezar a hundirnos con el peso de lo que cargamos. A fluir y resugir, que siempre nos llevará a la orilla.
Con amor y compasión
Lu Del Mar
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