¡Los problemas con mi sistema digestivo quedaron fuera por completo! Me siento más ligera, con más energía, con piel más limpia y un sueño reparador. Aprendí a escuchar a mi cuerpo, a disfrutar los sabores de las frutas y las verduras; a transmutar esa hambre emocional, a equilibrar mis pensamientos y mis sentimientos con mis acciones. Abracé nuevamente mi fortaleza y amor propio para mi evolución. Me siento muy contenta y agradecida.